FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA

septiembre 29, 2006

Historia de la Geología

Las huellas más antiguas de la actividad humana consisten esencialmente en cenizas y piedras talladas de más de 500.000 años. La piedra entró en el campo de la actividad humana por las necesidades de la vida y por vía de la técnica. Este contacto entre el hombre y la materia rocosa dio lugar a lo que se conoce en Africa como la cultura de los guijarros. Los hombres también recurren a la piedra misma. Con muy buen juicio, en cada región se elegía la materia más dura, preferentemente el sílex; en su defecto la cuarcita o la obsidiana y a falta de éstos, el cuarzo o el jaspe.
En el Neolítico, entre los 8.000 y 3.000 a.C. ocurren grandes cambios. El hombre descubre la alfarería, algunos grupos se vuelven sedentarios y comienzan a observar los recursos naturales con atención. El hombre utiliza la piedra para diversos fines especialmente el de “moler”. El Neolítico es la edad de la piedra pulida y también de las primeras minas, como las de sílex en Polonia.
El oro nativo aparece ya como alhaja en algunos yacimientos en la edad de piedra. El tratamiento de los minerales es más tardío. El cobre fue el primero en descubrirse porque su metalurgia es la más simple y, en bruto, sus hermosos colores azules o verdes sorprenden al observador. Hace unos 6.500 años con el descubrimiento del cobre y del estaño la edad de piedra da lugar a la edad de los metales, un salto gigantesco para la Humanidad. Mediante el empleo del fuego, se consiguen fundir las menas cupro-estanníferas y se produce la combinación del cobre y estaño para dar origen al bronce, el cual adquiere tanta importancia (por su relativa dureza) que da lugar a la edad del bronce.
El uso intensivo de los metales como herramienta de progreso produce una rápida aceleración en los hechos de la historia de la Humanidad. El hombre ve en el hierro poder, tal como ocurrirá 2.000 años más tarde con la manipulación de las diversas formas de energía, entre la que sobresaldrá, la energía nuclear.
En China, desde antes de Cristo, se descubre cómo explotar un yacimiento de sal por sondeo profundo, procedimiento que en Occidente solo se redescubrirá veinte siglos más tarde.
Junto a la técnica se desarrollan los mitos y las creencias. Se atribuyen propiedades medicinales y mágicas a las piedras preciosas. Estos mitos se asocian a muchos fenómenos naturales como grandes inundaciones o actividad volcánica. La mentalidad mítica, que se perpetúa hasta no hace mucho tiempo, tuvo una influencia demasiado importante y, en general, nefasta para el desarrollo de la ciencia.
Los sacerdotes egipcios notaron la existencia de las conchillas marinas fósiles en los cerros que bordean el valle del Nilo y concluyeron con justa razón que el mar se extendía antiguamente hasta allí, donde hoy se encuentra la tierra firme: primer ejemplo de interpretación científica auténtica en la historia de la geología.
En Sicilia, la ciudad se alumbra a petróleo desde el siglo I constituyendo el primer registro de empleo civilizado de este combustible natural. En Atica, se realiza la primera explotación subterránea de plomo y oro con la realización de una mina subterránea bien desarrollada (chimenea, galerías, socavones, etc.).
Los griegos siguen realizando interpretaciones geológicas, sobre todo de estratigrafía y correlación geológica de sedimentos. Nombres célebres como los de Hesídoto, Tales, Anaximandro y Pitágoras se destacan por sus ideas. La enseñanza de Pitágoras abunda en nociones exactas: el planeta es esférico; hay valles que han sido socavados por las aguas, las corrientes han excavado el suelo de las montañas y lo han arrastrado hasta el mar; hay pantanos que se han transformado en terrenos secos y viceversa; hay ríos que han cambiado de curso. Al decir de Pitágoras “nada muere en este mundo; las cosas no hacen sino variar y cambiar de forma. Nacer significa simplemente que una cosa comienza a ser diferente de lo que antes era; morir quiere decir que cesa de ser la misma cosa. Sin embargo, aunque nada conserva mucho tiempo la misma forma, el todo permanece constante en su conjunto”. De una u otra forma las síntesis más modernas, donde las nociones de equilibrio y de estadística desempeñan un papel tan importante.
Heródoto (484-425 a.C.) interpretó varios aspectos de geomorfología del Río Nilo y sus materiales (limos), como su origen y procedencia.
Demócrito, un siglo después es el primer intérprete sedimentológico griego (selección de guijarros en playas). Platón (427-347 a.C.) es el primero en admitir que la deforestación de Grecia, produjo erosión y pérdida de suelos.
Aristóteles (384-322 a.C.), es también un eximio intérprete de eventos geológicos. Fundamenta por primera vez algunos aspectos de Hidrología superficial y subterránea.
Eratóstenes (275-195 a.C.) realiza la primera medición de un arco de meridiano, entre Alejandría y Asuán, el primer mapa con coordenadas donde se distinguen las zonas glaciales, templadas y tropicales, el primer estudio de las mareas y consideraciones sobre la extensión de los continentes.
Entre los pensadores romanos más destacados vinculados con las ciencias de la tierra pueden citarse a Lucrecio (98-55 a.C.), Virgilio (71-19 a.C.), Horacio (65-8 a.C.), Ovidio (43 a.C.-17 d.C.), todos caracterizados por realizar interpretaciones de los procesos naturales, aunque sin alcanzar la agudeza conceptual del pensamiento egipcio y griego.
Aislada de Occidente, China evoluciona aparte. La curiosidad se orienta allí más hacia la técnica que hacia las ciencias. Hacia la era cristiana se descubrió el cinc. La brújula misma es inventada hacia 1020. Los pozos artesianos son conocidos antes del año 1000. La fecundidad de China en la Edad Media contrasta con la esterilidad de Occidente, por lo menos hasta el año 1100 aproximadamente.
Desde el siglo X al XV gracias a los árabes, las obras de los griegos se transmiten a España desde Oriente. En la misma época, la técnica progresa en toda Europa. Un despertar parece anunciarse, se fundan las primeras universidades.
La segunda mitad de la Edad Media en Occidente vislumbra un principio de renacimiento, no solo científico, sino también técnico. El primer pozo artesiano de Europa data de 1126. Las minas metálicas de Harz (Alemania) se inauguran en 970. La hulla, nervio futuro de la gran industria, es utilizada en Inglaterra en 853 y explotada en 1133. Las primeras cartas marinas son de 1270.
Desde el siglo XVI y por más de tres siglos, los progresos científicos y técnicos están concentrados casi en su totalidad en Europa Occidental. El siglo XVI constituye una época de transición; las ciencias de la naturaleza tienen que encontrar sus métodos y, ante todo, desprenderse de las ideas preconcebidas que surgen de la mentalidad mágica, de la autoridad de Aristóteles y de la interpretación demasiado literal de la Biblia.
Las minas se extienden y ya entonces se escuchan las quejas por los daños que causan. La pólvora introducida en Europa desde China, se aplica, a fin de siglo, para la excavación en las minas. La cartografía progresa. Mercator imagina un sistema de proyección que facilita la navegación. El microscopio es inventado en 1590 y pronto ayudará al progreso en el estudio de los pequeños fósiles, y luego, en el de las rocas.
En los albores del siglo XVI se destaca Leonardo Da Vinci, quien desde sus observaciones marca el punto de partida a la explicación de muchos principios geológicos.
En el siglo XVII casi todo el progreso científico permanece concentrado en Europa Occidental. La primera universidad americana, Harvard, se funda en 1636.
Ya con la técnica de la imprenta en pleno auge, pasan al papel muchísimas ideas y teorías sobre la interpretación de los fenómenos geológicos. Se destacan aportes en el campo de la Mineralogía, Hidrología y Paleontología. Gracias a los progresos de la astronomía, la noción de Universo se amplía. “La tierra y los cielos están hechos de una misma materia” afirma Descartes en 1630.
En 1635, las medidas de magnetismo han llegado a ser lo suficientemente precisas como para que el inglés Gellibran compruebe que la declinación varía con el tiempo. En 1664, el jesuita alemán Kircher señala por primera vez que la temperatura aumenta a medida que penetramos en el interior de la tierra. La palabra Geología aparece con su sentido actual en 1657.
Stenon, que es un precursor en Mineralogía, lo es también en Geología. Muestra que los terrenos están dispuestos en capas sucesivas y que los más profundos son los más viejos; así es como da la base de las cronologías futuras, el primer principio de la estratigrafía.
Hacia el final del siglo, la precisión de las medidas geodésicas era suficiente como para que Newton, en 1687, pudiera calcular el aplastamiento terrestre.
En 1688, Robert Hooke aplicando el microscopio a las rocas recibe la sorpresa de descubrir allí minúsculas conchillas – los foraminíferos – que en nuestros días se han convertido en una de las más preciosas guías para la búsqueda del petróleo.
En el siglo XVIII el progreso científico continúa teniendo su centro en Europa. Sin embargo los trabajos de Franklin (1706-1790) sobre la electricidad marcan el primer aporte importante del Nuevo Mundo.
En el siglo XVIII son aún mayores los avances, especialmente en Mineralogía, Petrología, Geología Minera (ligada a las explotaciones de carbón), Paleontología, Glaciología, Sismología (en consonancia con los avances de la Física), Tectónica, Cartografía, Geocronología, Sedimentología, Estratigrafía, Historia Geológica e Ingeniería Geológica.
La polémica sobre los orígenes de las rocas ocuparán el centro de los trabajos del siglo XVIII. Surgen dos teorías: la neptunista, creada por Werner (1749-1817), y la vulcanista, fundada por Hutton (1726-1797). Aparte de esta controversia, durante la primera mitad de siglo se intentó determinar las secuencias temporales de los principales tipos de estratos de la corteza terrestre sin gran éxito en ese momento. Será durante la segunda la segunda mitad del siglo, cuando Lehmann (1767) y Füchsel (1722-1773) establecerán la sucesión geológica de las rocas para el Harz y Turingia, respectivamente, sentando las bases de la estratigrafía científica.
Las publicaciones se multiplican. Se desarrollan la enseñanza y las colecciones. En 1793 se funda la primera cátedra de Geología en el Museo de París.
Hacia el final del siglo, los meteoritos intrigan al ambiente científico.
En el círculo paleontológico se presenta una curiosa mezcla de buenas observaciones, de interpretaciones extravagantes y de gérmenes de ideas precisas.
Otro de los rasgos característicos de la Geología en el siglo XVIII es el interés creciente por el terreno y con ello el desarrollo de las cartas geológicas.
En los siglos XIX y XX, el progreso científico se intensifica y se diversifica; en este proceso toma parte un número cada vez mayor de naciones, en la medida en que proveen a la formación y al mantenimiento de sus investigaciones. Fundamentalmente, los progresos de la geología en estos dos siglos consisten, sobre todo, en la introducción de las medidas (por ejemplo, en el estudio de los fósiles y de las rocas y en la cronología absoluta) y en la consideración de las frecuencias o de las probabilidades de realización de los fenómenos (en paleontología, historia geológica, etc.). De esta manera, todas las ciencias pasaron del estudio puramente cualitativo a un estudio que comprende lo cuantitativo.
En 1820, Mohs define una escala de dureza de minerales que aún hoy se usa.
En la segunda mitad del siglo XIX, la Geología experimenta un gran desarrollo gracias a la aparición de nuevas técnicas, métodos y teorías (A. Heim, 1878, con la teoría de los mantos de corrimiento; E. Suess, 1897, con la explicación de transgresiones y regresiones por isostasia, etc.). Suess publicó una vasta síntesis de todo el saber geológico del siglo XIX.
El siglo XX aporta la teoría de la deriva de los continentes (Taylor, 1910 y Alfred Wegener, 1912) y el estudio de materiales con el uso de los Rayos X (Bragg, 1920), etc.
La II Guerra Mundial influyó notablemente en el desarrollo de las distintas ciencias, alcanzando gran impulso aquellas vinculadas con la percepción a distancia. En la década de 1950 se inicia la exploración submarina de los océanos, y a partir de 1969 la Geología tiene la ocasión de realizar sus primeros estudios sobre rocas lunares y del planeta Marte.

(Síntesis del libro de A. Cailleux, 1964)